Ruido externo

Nos cambiamos de casa hace poco. Escribo todo esto desde un lugar que recién empiezo a conocer. No muy lejos de acá alguien toca la batería. No me molesta. Podría ser yo. Veranos atrás me pasaba el día entero moviendo las baquetas, todo transpirado, haciéndolo mal y equivocándome, pero eso no es tan importante, porque en el rock, como en la vida, aveces algo falla, aveces las cosas no están bien, no son como nos gustaría que fueran. Lidiar con eso, arreglárselas de la manera mas honesta posible, es la actitud rock que tanto echo de menos. Un baterista no muy lejos de aquí no toca demasiado bien, pero le pega con el alma.

Veo varias cajas con libros que tengo que ordenar en mi nueva pieza. Pero me da lata hacerlo. Lo dejo para después. La flojera de siempre. El enemigo interno que tengo que enfrentar en forma cotidiana y siempre me termina derrotando. Todos llevamos un enemigo dentro. Todos tenemos alguien a quien vencer.
Ahora es solo ordenar cajas con libros, otras veces, son cosas mucho mas importantes, y al final del día, cuando nos quedamos solos, cuando ya no podemos seguir chuteando la pelota para adelante y estamos obligados a pensar en lo que no queríamos pensar, las cosas se agrandan. Es como estar acostado sin absolutamente nada de ruido exterior, como si el mundo se hubiese detenido por un momento, y nos volcamos hacia nosotros mismos porque no queda otra, y sentimos hasta el mas mínimo sonido que hace nuestro organismo, el corazón palpitando como un taladro en el pecho, lo visualizamos moviéndose violento en nuestro interior, bombeando sangre a mil, tragamos saliva y los fluidos bajan ruidosos por la garganta, la mandíbula cruje, percibimos cada detalle, la respiración se hace pesada porque escuchamos el sonido del aire al meterse por la nariz, las tripas que se mueven, los dientes que chocan, la cabeza al frotar con la almohada es como una enorme avalancha que lo altera todo. Hasta que de pronto algo mínimo, como un lápiz que se cae o un zancudo deambulando en nuestra oreja, se transforman en una explosión en nuestros oídos.
Cuando nadie nos rodea las cosas se agrandan , y hasta un pequeño error puede ser como el sonido de un lápiz que se cae cuando todo estaba en silencio.
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